lunes, 18 de agosto de 2014

LA VIOLENCIA COMO DISVALOR SOCIAL.


       Venezuela parece haber elegido a la violencia para afianzar una forma de vivir. Con la violencia como estandarte, los demás valores de la sociedad venezolana han sido desplazados por este disvalor social que ha representado un cambio significativo en la convivencia.  El venezolano es menos tolerante que antes. En Venezuela ha desaparecido el clima de sosiego y se ha valorado la violencia como signo de dominio.
       La violencia es un disvalor social que ha causado una nueva conducta en el venezolano, se ha convertido en una forma de relación y en un mecanismo válido para la resolución de conflictos, ante la mirada ciega del Estado.
       La violencia se ha consolidado como conducta por obra y gracia de la impunidad. Ahora, es un sinónimo de “Tengo permiso para hacerlo”, llegando a convertirse en una de las principales causas del incremento de la violencia criminal en Venezuela. La impunidad, da la sensación, de haber sido la única política pública exitosa que se ha tenido en el país en materia de delitos y criminalidad.  
    Cuando el Estado no sanciona, envia un mensaje a la población de que ser violento está bien, que es una conducta válida, aceptable socialmente. Cuando el Estado no tiene instituciones que funcionen para sancionar el delito y que le evidencien al ciudadano que hay una cosa que se llama justicia y que eso existe y que actúa, que sanciona, que corrige, que educa y que se supone que prepara para reinsertar al infractor en la sociedad de una  manera efectiva. Cuando todo eso no existe, el individuo se pregunta por qué no puedo matar?. La relacion resulta, entonces, muy sencilla. Por qué si el de allá se roba el dinero del Estado y no le pasa nada, por qué yo no te puedo robar a ti?
      A pesar del incremento en el número de muertes violentas, siempre es bueno pensar que no todo está perdido. Creer que será posible reconstruir el tejido social en Venezuela. Pero, para lograrlo se necesitará un cambio. El restablecimiento de la institucionalidad a diversos niveles: de justicia, de educación, de salud, del trabajo, de vivienda, de servicios públicos y de abastecimiento, para generar un ambiente diferente a la violencia. Mientras la impunidad sea la única política pública efectiva, eficaz y eficiente, en relación con la violencia, este disvalor social tiene un caldo de cultivo que le garantiza una larga vida. 

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