martes, 2 de septiembre de 2014

LA TEORIA DE LA EDUCACION FORMATIVA COMO VIA PARA MEJORAR LA CALIDAD DEL SISTEMA EDUCATIVO.

LA TEORIA DE LA EDUCACION FORMATIVA COMO VIA PARA MEJORAR
 LA CALIDAD DEL SISTEMA EDUCATIVO.
       Simón Rodríguez, el Maestro de América, diferenció los conceptos de instruir y educar cuando sentenció: “Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga”. Instrucción significa transmisión de conocimientos, de información, mientras que la educación es la formación de criterio y conciencia. Se puede concluir que Instruir no es educar; ni la instrucción puede ser equivalente de la educación, aunque instruyendo se eduque. Al instruir se está educando, pero solo en pequeña parte, la relativa estrictamente a conocimientos intelectuales. 
      Por lo tanto, la vía impostergable para mejorar los Sistemas Educativos es el cambio de la educación informativa actual (Instruir) por la educación formativa (Educar).  En este sentido, el escritor y educador inglés, Sir Ken Robinson, plantea nuevos paradigmas al respecto: En los próximos 30 años, según la Unesco, se graduarán en todo el mundo más personas que desde el comienzo de la historia, gracias a la tecnología. De repente los títulos no valdrán nada.  Por lo tanto, el viraje hacia la educación formativa parece ser impostergable. Hace años que la educación dejó de ser simple memorización para convertirse en el desarrollo de competencias. Ya no se trata de saber, sino de pensar. Con la avalancha de información actual los estudiantes necesitan bases sólidas para desarrollar su potencial y llevar una vida plena. Plena, no exitosa, pues  el éxito es el resultado de sentir una profunda satisfacción con la vida que se tiene. El éxito más grande que puede experimentar el ser humano es el de aprender a vivir. 
      El paso inicial hacia la educación formativa debe ser transformar la práctica docente. Es increíble pero ya no se lee ni se escribe igual. Tampoco se enseña ni se aprende igual. Hay una nueva generación multimediática que obliga a los docentes a asumirse como parte del aprendizaje, cambiando el intercambio en el aula. Urgen docentes ingeniosos para lograr efectivamente el cambio hacia una educación formativaEl título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es, al que enseña a aprender; no al que manda aprender o indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda. Se necesitan docentes apasionados que combatan la mediocridad, el desinterés, la politiquería castradora, y no sucumban a la rutina, el acomodo y el pesimismo. Docentes que, porque aman su profesión y la viven con pasión, están siempre formándose e investigando, no para acumular currículo, sino para resolver problemas, y poder servir cada vez mejor a todos sus estudiantes. La educacion formativa no es posible con docentes  que han perdido la ilusión y la pasión por su profesión,  que tienen limitadas sus capacidades para educar, pues educar es contribuir a formar personas responsables, solidarias y honestas, comprometidas con su propio perfeccionamiento y con el bien de los demás.  
    ¿Cuál es la educación que reciben los ciudadanos? ¿Para qué se forman? ¿Para contaminar el ambiente, fomentar los vicios y acosar a sus semejantes? Ningún formador consentiría estos despropósitos. Entonces, ¿Por qué, entonces, las anteriores son las estampas más frecuentes en Venezuela? 
       Por razones culturales e históricas, los sistemas educativos de la mayoría de países del mundo comparten tres (3) características: 
1. La obsesión por ciertas habilidades, en especial las palabras y los números; 
2. La jerarquía de las materias, situando en la cúspide las matemáticas, las ciencias y las lenguas; en medio las humanidades y de último, las artes; y 
3. La creciente dependencia hacia determinados tipos de evaluación, basados cada vez más en una reducida serie de pruebas estandarizadas. 
      Esa caracterización pertenece a Ken Robinson, quien debido a la magnitud de sus aportes, fue nombrado Sir por la corona británica. “Los colegios están organizados como fábricas”, compara el también ex-ministro de educación. Son sistemas creados en los siglos XVIII y XIX al calco de las necesidades económicas que demandaba la Revolución Industrial en Europa y Norteamérica: Estudiar para luego ejercer un trabajo específico; para ser una pieza determinada dentro del engranaje social, destaca el intelectual en su obra “El Elemento” publicada en el 2012. 
       Una nueva sociedad, cada vez más global, está reposicionando el conocimiento como uno de sus valores más esenciales. Dar pasos hacia la “sociedad del conocimiento” implica retos: los saberes que se imparten y se aprenden vienen ya con fecha de vencimiento. Entonces, ya no basta con estudiar algo para ejercer algo, en un mundo que reclama saber mucho y que arrastra un notorio déficit en formación. Este  inquietante panorama amerita un giro en los sistemas educativos basados en el conocimiento hacia sistemas fundamentados en la formación. Es asi como la Teoría de la Educación Formativa indica la dirección del cambio necesario. Las transformaciones, que afectan las dinámicas de organización, de trabajo, de convivencia social y de aprendizaje deben reflejarse obligatoriamente en la escuela como institución encargada de formar a nuevos ciudadanos.    La escuela formativa esta comprometida a fomentar los valores ciudadanos y las competencias en los estudiantes, como forma de entrenamiento para una mejor convivencia social,  como campo propicio para el enriquecimiento cultural,  la innovación, la flexibilidad, la autonomía, el trabajo en red y el aprendizaje colaborativo. Contra el reduccionismo de la inteligencia por las limitaciones que crea la educación informativa o del conocimiento, la Teoría de la Educación Formativa oferta la creatividad, la habilidad para ver muchas respuestas posibles ante un mismo problema, en fin, ciudadanos con cerebros socialmente pensantes. 
     La Teoría de la Educación Formativa es la esperanza para el molde de los ciudadanos del futuro. Como lo expresa Sir Ken Robinson: "Educación es aquello que nos lleva a ese futuro que no podemos captar". Solo se debe pensar en esto: los estudiantes de ahora harán trabajos que probablemente no existen hoy día y, si existen, ejercerlos en las próximas décadas será algo completamente distinto. Sin contar, que esos ciudadanos del futuro se traduciran en gente que: aspire dar sus mejores contribuciones a la sociedad mediante el trabajo honesto y bien remunerado;  bote la basura en las papeleras;  se organice para prevenir el delito; quiera como suyas las áreas públicas; exija a los gobernantes el derecho a mejores instalaciones y servicios públicos; y   practique el respeto al derecho ajeno para vivir en paz.  

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